domingo, 10 de julio de 2011

¡Socorro!








Dicen que cuando una es madre entiende a la propia y la justifica, bueno, no necesariamente, no es mi caso, al contrario; la vergüenza que siempre me provocó su existencia se acrecentó cuando vi que las cosas podrían haber sido muy distintas, lo que sí entendí fue el rechazo que le tenía a la palabra “madre” como a la palabra “matrimonio” pero bueno, ser madre yo no fue algo voluntario, simplemente “me sucedió” como ocurre que una se empape por una tormenta de verano por haber salido sin paraguas.

Recuerdo el título de un libro que no leí “¡socorro! tengo un hijo adolescente!” no lo leí porque en el momento en que salió a la venta no era ni madre ni tenía una hija adolescente, y me imaginé que sería uno de esos libros de autoayuda que jamás leeré.

Sin embargo últimamente recuerdo con frecuencia el título.

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