jueves, 1 de noviembre de 2012

Habría que reflexionar...


Habría que reflexionar sobre aquellos pensamientos y patrones mentales que nos han llevado a enfermar.
Muchos de ellos se ocultarán en nuestro inconsciente y querremos evitar enfrentarlos, pero en el proceso de detectarlos y observarlos estaremos iniciando un viaje vital de autoconocimiento en el que cada uno de nosotros puede convertirse en su propio chamán. 
Hasta que no hagamos consciente nuestro inconsciente, estaremos predispuestos ante una serie de contingencias que permanentemente amenazarán con tomar control de nuestro cuerpo y de la dirección que lleva nuestra vida. 
Cada pensamiento, cada actividad mental que realizas, es una semilla de lo que serás.

No es necesario invocar a la magia para entender esto, sino a la más pura causalidad, a una minuciosa concatenación de eventos y situaciones mentales. En la medida en la que seamos capaces, a través de la disciplina, de generar estados mentales suficientemente flexibles, podremos seguramente superar los escollos del cuerpo.

Hay algo que está claro: el efecto placebo está lejos de ser solamente imaginario. Así que ya sabes, programa tus métodos curativos, otórgales propiedades extraordinarias de sanación. Es más, programa tu comida. Programa tu ambiente. El mundo puede ser exactamente como lo programes al programarte a ti mismo.

PENSAMIENTO POSITIVO, OPTIMISMO
Nunca subestimes el poder del pensamiento positivo, aunque esto pueda parecer una solución demasiado simple o hasta estúpida para un problema (el verdadero problema yace en poder sostener el pensamiento positivo e intencionado por una buena cantidad de tiempo).

Crea con tu imaginación hologramas etéreos fosforescentes que pululan alrededor de tu cabeza. Sentirte sano y salvo, o creer que las cosas saldrán bien, ayuda al cuerpo a mantenerse y repararse.
  
La meditación puede aumentar las vías de restauración y la salud.
Algunas personas son capaces de auto hipnotizarse, lo cual abre un amplio campo de posibilidades auto curativas.
La auto hipnosis es semejante a la ensoñación diurna, durante la cual nuestro estado de consciencia se altera hasta alcanzar la zona de frecuencia alfa y nos entregamos a nuestras fantasías. Durante la hipnosis permanecemos todo el tiempo conscientes pero abstraídos de las distracciones exteriores. 
La ensoñación diurna es un fenómeno perfectamente normal, sano y seguro al que todos nos entregamos con cierta frecuencia. En ocasiones, el sueño diurno está tan intensamente orientado hacia un objetivo que es posible llegar a materializarlo de una forma espontánea y sin una intención premeditada.

Algunos científicos creen que lo que verdaderamente tiene efectos en la salud es el tener una intención o un sentido de propósito en la vida, sea la que sea. Dotar a la mente de una clara intención —de curarse, de mejorar, de aprender, etc. — es una forma de avisarle que estamos dispuestos a aceptar transformar la realidad, que estamos abiertos a su operación etérea sobre la falsa rigidez del cuerpo.

SUEÑOS LÚCIDOS
Uno de los más interesantes e inexplorados campos de la autosanación son los sueños lúcidos. Si sabemos que lo que sucede en un sueño lúcido sucede con la misma o casi la misma potencia en el cuerpo que lo que sucede despierto, y sabemos que la mente es capaz de detonar una serie de respuestas que desencadenan mecanismos de sanación, entonces podemos fabricar y tomar, lúcida y lúdicamente, nuestras propias medicinas oníricas. 

El potencial de sanación de los sueños tiene que ver también, al igual que la hipnosis, con la posibilidad de que en estos estados podamos acceder a partes de nuestro cerebro que pueden enviar órdenes al cuerpo con mayor determinación o simplemente usar partes que no usamos pueda ser en sí mismo un acto saludable.

Crea con tu imaginación un ambiente donde reine la armonía, no te fijes en los detalles discordantes.

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